¿Qué es lo que me conmueve de una edificación? Quizá el intercambio entre personas, una magia de lo real: “Beauty is in the eye of the beholder”.
La frase –“gente que mira a gente haciendo deporte”- es el punto de partida. Mirar, intercambiar emociones, tiempo, sonrisas: dentro – fuera, fuera – dentro, salir, entrar, correr, nadar… Y entre este trueque, mirar a la Vega. Una Vega que ha sido golpeada con fuerza durante décadas, y que ahora necesita respeto, ganas de pasearla, vivirla y cultivarla.
Este polideportivo de barrio se encuentra en una encrucijada entre la vega y la ciudad; en un parque -Tico Medina- que funciona. La gente, que se adueña de él, lo utiliza a su medida; y en él ya existe este intercambio, esta magia, estas emociones.
Las actividades derivadas del propio uso del edificio cualificarán el espacio público. Un espacio público que se transforma gracias a un punto de máxima densidad deportiva (polideportivo), y que se funde con el edificio gracias a elementos como la gran cubierta exterior-interior, y como yo lo llamo, “el Engawa en movimiento”. Creo entender Engawa como aquel elemento que funciona como divisor de dos situaciones paralelas en el tiempo, y muy distintas entre sí: podría ser ese espacio que habita entre el intenso frío del exterior en invierno y el interior ya aclimatado, o bien entre la sensación de estar desprotegido ante la lluvia y el confortable resguardo casero.
Estudiando la luz, las vistas, la materialidad, los encuentros entre situaciones, hilando poco a poco las ideas y la funcionalidad, se consiguen estas imágenes, estos planos y estas secciones, en el remate de unos estudios. El estudio sin fin de la arquitectura y su luz.